Un cronopio en el Cretácico


Si todavía los cronopios (esos verdes, erizados, húmedos objetos) anduvieran por las calles, se podría evitarlos con un saludo: —Buenas salenas cronopios cronopios.

Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas

El pasado 2 de noviembre comenzaron a circular noticias acerca del hallazgo de una «ardilla de dientes de sable» que había habitado lo que ahora es la Patagonia hace más de 93 millones de años.  La mayoría de las notas periodísticas mencionaban la semejanza entre este animal y Scrat, el personaje de la película La Era de Hielo.  En un reportaje en Science Now,  el portal electrónico de noticias de la revista Science, incluso se recalcó que, al igual que Scrat, la criatura recién descubierta habría tenido problemas para encontrar bellotas en el período Cretácico.

Cronopio dentiacutus. Jorge González, Nature

Parece ser que todas estas alusiones a Scrat surgen de un comentario que, de pasada, hizo Guillermo Rougier, el autor principal del artículo en Nature en donde se reporta el hallazgo de los fósiles.  Rougier, paleontólogo argentino de la Universidad de Louisville en Kentucky, simplemente recalcó el parecido que debió haber tenido el animal que descubrió con el personaje de la película.  Ambos tienen grandes ojos, una mandíbula larga y estrecha, y unos dientes anteriores alargados y curvos.  El problema fue que muchas de las notas periodísticas tomaron esta comparación en forma literal y reportaron el descubrimiento de una ardilla dientes de sable de casi 100 millones de años de antigüedad.  Al hacerlo, no sólo proporcionaron información incorrecta, sino que desviaron la atención de los aspectos realmente relevantes del descubrimiento.

Para empezar, Cronopio dentiacutus, nombre oficial del animal descubierto por Rougier y sus colaboradores, no fue una ardilla.  Cronopio forma parte de un grupo extinto de mamíferos llamados driolestoideos, que estuvieron emparentados con los ancestros de los marsupiales y los placentados modernos, pero que no se encuentran en la misma línea evolutiva.  Los roedores surgieron apenas al final del Cretácico (hace 65 millones de años) y las primeras ardillas se encuentran en estratos del Eoceno (hace menos de 56 millones de años).  Los «dientes de sable» de este fósil son los caninos, que de hecho le dan el nombre específico dentiacutus a Cronopio (dentiacutus significa «dientes aguzados»).  Cronopio y el resto de los mamíferos del Cretácico eran insectívoros; los largos y afilados caninos de esta especie son estructuras muy especializadas, pero no está muy claro cuál pueda haber sido su función.

La verdadera importancia científica del descubrimiento de Cronopio es que se trata apenas del segundo mamífero del que se han encontrado cráneos más o menos completos en estratos sudamericanos del Mesozoico (la «era de los dinosaurios», que incluye el Triásico, el Jurásico y el Cretácico).  El resto de las especies de esta era se conocen a través de dientes y fragmentos de otros huesos.  Durante gran parte del Mesozoico Sudamérica estuvo conectada a la Antártida, Australia y África, formando el continente de Gondwana.  Cronopio, un animal de apenas unos 20 cm de largo, vivió en un ambiente semitropical en el que los animales más visibles eran los dinosaurios.

Los caninos de Cronopio y otras características especializadas de su cráneo, indican que los driolestoideos deben haber sido muy diversos en Sudamérica durante el Cretácico.  En contraste, en localidades del norte del planeta se ha encontrado mayor diversidad de placentados y marsupiales que de driolestoideos.  El hallazgo de Cronopio proporciona información nueva sobre la evolución temprana de los mamíferos.

Otro punto importante ignorado por la gran mayoría de las notas es que el nombre genérico Cronopio es un homenaje a Julio Cortázar, de quien Rougier es un admirador.  Los cronopios en la literatura de Cortázar son unos seres nunca bien descritos pero que se caracterizan por ser poco convencionales y estar siempre al margen de las reglas.  Dadas las extrañas características del cronopio del Cretácico, el nombre elegido por Rougier y sus colegas es sin duda muy adecuado.  Francamente, la comparación con los cronopios de Cortázar habla mucho más sobre este mamífero ancestral que una alusión a la caricatura de una ardilla pleistocénica como Scrat.

Julio Cortázar (1914 – 1984)

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